Muestras de dolor de familiares y amigos, en el funeral que
tuvo lugar ayer, 4 de marzo, por doña Elisa Gutiérrez, vecina muy querida en el
pueblo de Bolmir. Sus restos mortales descansan en el cementerio de dicha
localidad.
El primer contacto con Elisa Gutiérrez, fue en el
homenaje de su centenario, que organizó la junta vecinal de Bolmir, con la
colaboración del Ayuntamiento de Campoo de Enmedio. Explicaba, entonces,
agradecida la finada, que casó con Antonio Puente, ex trabajador de Cenemesa y conocido,
cariñosamente, como Chimenea. Enviudó
hace más de veinte años, teniendo fruto de su matrimonio, cinco hijas y un
hijo, diez nietos y trece bisnietos.
Elisa Gutiérrez, gracias a su trabajo, no tuvo penalidades
ni grandes necesidades; pero, sí recuerda, “una vida sacrificada, sobre todo en
aquellos tiempos de posguerra, en los que su marido trabajaba en fábrica y ella,
al alba, se trasladaba caminando los 13 kilómetros que separan Bolmir de
Bustasur, para cavar, sembrar y recoger patatas, regresando a casa bien caída
la tarde”.
Mujer íntegra, que en la entrevista del año pasado, agradecía
el haber estado rodeada siempre de sus seres queridos, y especialmente acompañada
de Agustina, hija religiosa al cuidado de su madre estos últimos años.
También explicaba, que como otras mujeres rurales de la
época, su vida fue plena de sacrificios, de renuncias, de ejemplo para todas
sus hijas, de resignación, de buenos principios y de fe.
Siempre ha conservado una agudeza mental de llamar la
atención, con un gran espíritu de lucha por la vida y con ansia de vivir. Y, en
las entrevistas, a las que gustosamente accedió para este medio, ha demostrado
ser una gran conversadora, con don de gentes, teniendo una salud de hierro, una
memoria privilegiada y una gran capacidad visual.
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